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CONEY ISLAND

Cuando el cine estaba dando sus primeros pasos, se iba sumando tímidamente a las ofertas de entretenimiento de entre siglos, entre las que se encontraban el teatro, las variedades, la magia y, en especial, los parques de atracciones. En las primeras, el cine se incorporó como un espectáculo más del repertorio de magos y teatrillos de maravillas. En cuanto a los parques de atracciones fueron un lugar común de algunas comedias de la factoría Edison, un escenario con encanto y que podía dar lugar a decorados variados, tanto de día como de noche. Seguramente el más célebre de esos cortos presenta en todo su esplendor la Coney Island iluminada de noche, una celebración del mundo electrificado (no hay que olvidar los intereses industriales de Edison en ese sentido). La película fue rodada en 1905 por el director de la casa, Edwin S. Porter. No exenta de movimientos de cámara, tiene un aire hasta de animación. Más cruento uso de la electricidad en Coney Island es el del corto Electrocutando a...
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EL BAILE RUSO DE LA BELLA OTERO

Los Lumière, a pesar de que no vieron en un principio mucho futuro a su invento, o eso decían de cara a la galería, hicieron todo lo posible para que el cinematógrafo llegara a todos los rincones del mundo, rincones que se convirtieron también en objetivo de sus cámaras. Un centenar de operadores de cámara se desplazaron a los más remotos lugares en busca de vistas de las calles y, si estaba en su mano, andaban en busca de la noticia: la proclamación de un monarca, una visita real, la llegada de una personalidad a una ciudad o alguna representación teatral. Vistas y actualidades tuvieron a "directores" como Alexandre Promio o Félix Mesguich al frente, quienes no siempre lo tuvieron fácil para rodar sus filmes, especialmente las actualidades. Véase, si no, el contraste entre dos filmaciones de Félix Mesguich y sus consecuencias. De verano de 1900 es esta plácida película, de bello encuadre y nítida imagen (aquí coloreada) rodada en una playa de Biarritz, en la que salvo un par...

DOS STOP-MOTION DE SEGUNDO DE CHOMÓN

Recupero en parte el texto de una entrada de 2006 de mi anterior blog Pasión Silente para ofrecer enlaces al visionado de las dos películas de las que hablaba entonces y que me siguen fascinando. La figura del técnico español Segundo de Chomón (1871-1929) se ha asociado en demasiadas ocasiones a los trucos cinematográficos por los que fue contratado en Francia y en Italia. De hecho, en esa faceta fue encasillado en su época. Pero Segundo de Chomón también fue un gran innovador en el terreno de la animación, desde muy diversas técnicas: las siluetas (mucho antes de que Lotte Reiniger triunfara con ellas), los muñecos, las figuras de arcilla, la animación de objetos o los dibujos animados. Sus dos títulos más célebres en este ámbito los hizo con muñecos: Le thêatre du petit Bob (1909), que hizo para Pathé, y La guerra e il sogno di Momi (1917), en su etapa italiana, donde colaboró de forma fructífera con Giovanni Pastrone. En la primera de ellas, un teatrillo de muñecos nos ofrece var...

DEMÉNY Y EL CINE MUDO SONORO

Suele afirmar un amigo, el crítico e historiador de cine Antonio José Navarro, que en el período mudo nacieron todos los géneros cinematográficos a excepción del musical. Intentos hubo de que este género también se diera en época silente y, aunque no podamos hablar de algo parecido a una película de Minnelli, sí hubo logros por lo menos en hacer una suerte de "videoclips" en los que se podía ver y escuchar a algunos de los nombres más populares de la canción francesa. Son las llamadas phono-scènes, presentadas por la Gaumont en sociedad en septiembre de 1902 y cuyos éxitos y producción se prolongaron hasta 1916, totalizando un catálogo de 774 cortos. Dos firmas estuvieron detrás de la realización cinematográfica: Alice Guy y Louis Feuillade, directores habituales y punteros de la Gaumont. Solían ser planos fijos, con decorados pintados, si no era un escenario desnudo, donde el protagonismo estaba en la interpretación de la pieza musical y en la popularidad de esta. Véanse a c...

LOS PRIMEROS VIAJES INTERPLANETARIOS

Les regalo un aforismo: el cine viajó a Venus amtes que a la Tierra. Y sí, antes de que los obreros de Lumière saliesen de la fábrica o de que un tren avanzara amenazante hacia la pantalla, el astrónomo Pierre Jules Jannsen captó una serie de fotografías con el tránsito de Venus alrededor del Sol, que tuvo lugar el 9 de diciembre de 1874, fotografías que unidas por el movimiento conforman una minipelícula, un gif, de 6 segundos. Sería la película más antigua conservada. La fascinación por el Sistema Solar se dio enseguida en el cine mudo gracias a los trucajes y al éxito de películas como Viaje a la luna (1902) de Georges Méliès, aunque un año antes ya el cine se imaginaba a la Luna (mejor dicho: al señor Luna) en una producción británica, Mister Moon (1901). De la cinta de Méliès se copian algunos elementos: el sueño de un astrónomo o un científico, que viaja, casi siempre a través de los sueños, con nave o con una escalera de cuerda, hacia la Luna o hacia otros planetas, principalme...

LA JOIE DE VIVRE (1934)

La sociedad de entreguerras mostró un desenfado y una mezcla de elementos de muy diversa índole que determinaron la modernidad. El arte déco fue uno de los mecanismos para dar cuenta del cambio de paradigma, con el que los jóvenes, y especialmente ellas, ponían patas arriba el mundo y costumbres heredados de sus padres. Las ciudades cambiaron, los medios de transporte, la industria y el papel de la mujer, como en los cuadros de Tamara Lempicka.  La joie de vivre (1934), la colaboración animada más importante entre los artistas Hector Hoppin y Anthony Gross, uno británico y otro estadounidense afincados en Francia, es un claro compendio en blanco y negro de las propuestas del arte déco. A esos dos nombres hay que añadir el del compositor Tibor Harsanyi, cuya música acompaña desde el primer segundo el endiablado entusiasmo de dos muchachas que salen de la fábrica a disfrutar de su tiempo libre y a las que más adelante les acompañará un obrero. Espectáculo de danza entre líneas, figu...

OMEGNA Y LAS MIRADAS ENFERMAS

Nacido en 1876 en Turín, Roberto Omegna fue uno de los nombres fundamentales para que su ciudad se convirtiera en uno de los centros del cine mudo italiano, primero como exhibidor de películas y luego como productor asociado con Arturo Ambrosio, con quien fundó la Ambrosio Films. En 1913 tuvo uno de los grandes éxitos del cine mudo italiano, Los últimos días de Pompeya , pero los derroteros de Omegna como creador de imágenes iban por otro lado: le apasionaba el documental. Ya antes de la Primera Guerra Mundial había estrenado documentales etnográficos sobre sus viajes a América, Asia y África, pero también exploró territorios más íntimos, que son los que nos interesan aquí, especialmente su trabajo, La neuropatología (1908). Alguien que va a filmar como director de fotografía escenas de masa y cartón piedra y que seguirá los pasos de la caza de un leopardo, es capaz de en un espacio des nonudo acercarse al máximo a las miradas enajenadas de los pacientes del profesor Camillo Negro, pio...