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OMEGNA Y LAS MIRADAS ENFERMAS

Nacido en 1876 en Turín, Roberto Omegna fue uno de los nombres fundamentales para que su ciudad se convirtiera en uno de los centros del cine mudo italiano, primero como exhibidor de películas y luego como productor asociado con Arturo Ambrosio, con quien fundó la Ambrosio Films. En 1913 tuvo uno de los grandes éxitos del cine mudo italiano, Los últimos días de Pompeya, pero los derroteros de Omegna como creador de imágenes iban por otro lado: le apasionaba el documental.

Ya antes de la Primera Guerra Mundial había estrenado documentales etnográficos sobre sus viajes a América, Asia y África, pero también exploró territorios más íntimos, que son los que nos interesan aquí, especialmente su trabajo, La neuropatología (1908). Alguien que va a filmar como director de fotografía escenas de masa y cartón piedra y que seguirá los pasos de la caza de un leopardo, es capaz de en un espacio des nonudo acercarse al máximo a las miradas enajenadas de los pacientes del profesor Camillo Negro, pionero de la neurociencia. También los ve de lejos, captando igualmente movimientos repetitivos, pasos a que andan y desandan deseos singulares. Y es testigo de sus ataques de histeria, de sus trastornos nerviosos. Algo entre la piedad y la incomodidad de ser testigos nos sobrecoge.

Muy cerca de esta intimidad y de la mirada microscópica que vimos en el artículo sobre Percy Smith están sus documentales didácticos, sobre todo Vida de las mariposas (1911), que fue galardonado en la Exposición de Turín y que aún hoy tiene una gran fuerza, reforzado por una brillante restauración.

En la década de 1920 se trasladará a Roma donde trabajará para el Instituto LUCE, fundado esos años y todavía hoy activo. Eso sí, por entonces, en tiempos de Mussolini, el carácter didáctico y divulgativo de los documentales de la LUCE tenían un transfondo de propaganda fascista. De hecho, la LUCE produjo también documentales con imágenes de archivo en los que se hacía una relectura de la Gran Guerra y Gloria (1934) de Omegna fue uno de sus títulos más destacados. Eso no quita que podamos disfrutar con el trabajo más científico de Roberto Omegna en colaboración con Eugenio Bava durante dos décadas (hasta su muerte en 1948), en las que incluso llevó su cámara debajo del mar. He elegido L'occhio, porque conjuga varios elementos de interés para este blog: al explicar cómo funciona (y cómo no funciona del todo) el ojo se apoya en el proceso que va de la cámara oscura a la fotográfica y acaba con un catálogo de miradas y de sus significados, en las que nosotros colocamos el recuerdo de los enfermos del profesor Negro.

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