En las primeras décadas del siglo XX, con el cine británico demostrando ser una de las mejores cinematografías europeas, el productor Charles Urban ideó una serie de películas científicas que trataban de hacer ver a los espectadores de su tiempo el mundo más allá de lo visible. De ahí nació en 1903 THE UNSEEN WORLD, un proyecto bajo el que surgieron los primeros intentos en combinar documental y ciencia, especialmente naturalismo.
El más conocido de esos filmes, dirigido y protagonizado por el naturalista Francis Martin Duncan, fue The Cheese Mites (1903). En él un hombre deja de comer al comprobar a través de un microscopio, y nosotros con él, que un trozo de queso está repleto de ácaros.
Toda una novedad cinematográfica que muy pronto conoció su parodia: The Unclean World (1903), dirigida por Percy Stow, donde en vez de ácaros se ven cucarachas de juguete, manipuladas por unas manos, símbolo claro de la mezcla de fascinación y escepticismo que despertaba esta y otras películas similares.
Una actitud parecida seguía mostrando el público cuando hacia 1910 cuando Charles Urban presentaba los primeros trabajos de su nuevo director, Francis Percy Smith, con arañas en pleno vuelo, moscas manipulando objetos cual acróbatas y flores en el proceso de su crecimiento.
Finalmente el público hubo de rendirse a la evidencia de que estaba en ececto ante la realidad microscópica, con técnicas que F. Percy Smith fue perfeccionando, junto a la preserverancia y paciencia en ir filmando los cambios en los seres vivos, y que le convirtieron en pionero de los documentales sobre la naturaleza, como lo ha reivindicado Minute Bodies, un documental de 2017 sobre su obra, que fue más allá de estos tempranos trabajos. Baste este documental sonoro de la Pathé británica de 1933, de la serie Secrets of Nature, sobre la formación de una mazorca de maíz, para mostrar la perfecta combinación de sus ingredientes: el acercamiento íntimo a la naturaleza y la búsqueda de la fascinación del espectador.
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